Ayer que regresamos a casa vimos al perro. Estaba jugando con sus dos hermanos y dos perros de casa (de unos vecinos).
Se veía tan feliz.
Se correteaban y lo vi morder la cola de un perro casero.
Ti’ana y yo nos pudimos acostar y platicar calientitos con nuestra gata ronroneando. El perro esta más que feliz. ¿Entonces porque aun quiero tenerlo?
Quisiera que durmiera calientito en su cojín, que pueda comer todo lo que debe (una tasa y media de croquetas al día, según la etiqueta) y no corra el peligro de que cuando los vecinos se harten de ellos se los lleven “a dormir”.
Ti’ sigue enojada, pero es muy buena conmigo y aun le queda un poco de paciencia para mí. Me dice que lo volvamos a intentar en algunas semanas, cuando este más libre de la escuela, o mejor aun, en vacaciones. Que le tengamos más paciencia para que aprenda a orinar.
Y ¿podrá jugar con sus hermanos? Eso solucionaría su aburrimiento, pero ¿no con eso se llenará de pulgas? ¿Cuánto dura la inmunidad que dan los insecticidas para eso?
No se, quiero oirla a ella antes que nada. Tal vez lo mejor es no moverle. Apenas y puedo cuidar de mi mismo y una planta. Dentro de algunos años será.
No se
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